UNA CUESTION DE ETIQUETAS…
 
Nueve ediciónes de Cimameriche. Curioso Tigullio, zona de intensas historias de migración –tanto de ida como de vuelta- tan numerosas en América (en las Américas todas), y sin embargo tan poco interesado en las expresiones socioculturales de esa porción de ligures que llegan o se van, hijos u oriundos, alcanzando a privilegiar eventos que a menudo tienen poco que ver con estos patrimonios e influencias multifocales. Cimameriche es fundamentalmente un proyecto y un proceso, no solamente un acontecimiento más o menos significativo. El ”evento” no alcanza, de ésto estamos convencidos desde hace tiempo, porque no se puede hacer una promoción cultural eficaz sin abrirse contemporaneamente a espacios e ideas que aseguren solidez y contenido a las propuestas que lanzamos. Se trata de un desafío en el que estamos empeñados desde hace años, primero con Lea Artecinema y actualmente con Lamaca Gioconda y que
ahora, con el Festival queremos concretar.
En las primeras nueve ediciones el mérito fue el de haber sabido optimizar los escasos recursos que teníamos a nuestra disposición: nuestra secretaría organizativa que funcionaba en espacios privados, el trabajo voluntario, los locales y el soporte económico personales puestos a disposición, el trabajo especializado a bajo costo, las preciadas colaboraciones de asociaciones sensibles, el rigor en la administración general del festival tanto organizativa como económica. Estos aspectos constituyen sin duda alguna una tarjeta de presentación hacia las instituciones que financian el acontecimiento, como asi tambien la esperanza de poder conocer y hacer apreciar, desde el punto de vista cultural y económico, el Tigullio a las (A)Méricas y las (A)Méricas al Tigullio con una convocatoria estable.
Ningún esfuerzo de esta naturaleza podrá resultar eficaz si no estará acompañado por la conciencia de encontrarnos ubicados sobre una línea fronteriza entre dos maneras de concebir un festival cinematográfico: sucede a menudo que algunos festivales organizados en Italia y dotados de una oficina de prensa de calidad, estén dirigidos fundamentalmente a vender la imagen de la manifestacion, o bien de un director, o para ensalzar el ego de alguna persona en particular, o para resolver los problemas económicos de los organizadores. Se pierde de vista el objetivo de promover seriamente un valor cinematográfico. Nuestra posición en este sentido es clara, pero si no se tiene plena conciencia de esta “frontera” no se hará otra cosa que contibuir alla permanencia de una injusta distribución de espacios y economías. Se trata de un camino que hay que recorrer con el empeño de todos.
La presente edición, todavía no se encuentra plenamente en condiciones de responder a nuestro proyecto completo de promoción cultural, representa un paso más. Retomando las palabras –que adaptamos a nuestra experiencia ligur- del amigo (aliento-sosten-apoyo) Rodrigo Diaz en su Festival de Cine Latinoamericano de Trieste “... a pesar de todo, aun sabiendo lo largo que es el camino que nos queda por recorrer, podemos considerarnos satisfechos, teniendo en cuenta la reflexión de Eduardo Galeano:«considerando la soledad de los creadores, los costos siderales, la ausencia de dinero, los antecedentes desmoralizadores, la falta de medios técnicos, la indiferencia oficial, el exterminio de las salas, la alienación del público, el desinterés de los críticos y la ostilidad del resto, el cine latinoamericano es, hoy por hoy, la única prueba irrefutable de la existencia de Dios»”, verificamos que tambien la promoción del Tigullio de Cimameriche,
no parece escapar a esta ley.
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